Agrupación de Asociaciones de Comerciantes de Gipuzkoa

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El jazzaldia colabora, consciente o inconscientemente, con la desintegración del comercio y la hostelería local

Lo leí este fin de semana y no me lo podía creer. El Festival de Jazz de Donostia acogerá este año 10 conciertos en el Centro Comercial Garbera. Los conciertos serán gratuitos y, además, divididos en dos sesiones, habrá una sesión a las 12:30 denominada «TxikiJazz» y dirigida «a toda la familia» y a las 20:30 una segunda sesión «para todos los públicos».

Es decir, que por si no fueran pocas las facilidades que las instituciones conceden a estos centros de consumo masivo y comida basura facilitándoles los accesos a los mismos, permitiéndoles ampliaciones después de haber decretado que «ya no se harían más grandes superficies en Euskadi», etc, etc… ahora iniciativas públicas o semipúblicas como el Jazzaldia invitan a la población y a las familias a acudir a estos monstruos, porque no olvidemos que si bien Keler, la cerveza que alardea de donostiarra, es el patrocinador principal, los organizadores y los patrocinadores más destacables de este festival son el Ayuntamiento de Donostia / Donostiako UdalaDonostia Kultura, Eusko Jaurlaritza – Gobierno Vasco, Gipuzkoako Foru Aldundia – Diputación Foral de Gipuzkoa y Gobierno de España.

Resulta desolador, por no decir vomitivo, que estas instituciones, a las que a la mínima de cambio se les llena la boca diciendo que están por el comercio local, por la hostelería tradicional, por los pequeños productores… estén continuamente haciendo la cama a estos centros comerciales en los que únicamente encontramos grandes distribuidoras de alimentación, cadenas americanas de comida basura y multinacionales de ropa. Eso sí, dotados de estupendos parkings y fantásticos accesos de varios carriles para que nadie tenga ningún problema para llegar a los mismos.

Recuerdo cuando era un crío y acudía con mi familia a Donostia en julio. El jazz inundaba la ciudad, había conciertos gratuitos en cualquier esquina, la gente llenaba los jardines charlando, bebiendo, fumando… y a pesar del gentío reinaba una armonía de cariz bohemio tranquila, culta… el Jazzaldia era un evento musical de primer orden que no necesitaba de estrellas fulgurantes ni de marketing agresivo para atraer desde hippies hasta melómanos. Sin entender muy bien qué era todo aquello me encantaba el ambiente que se respiraba durante aquellos mágicos días.

40 años después el Jazzaldia nos invita a subir a Garbera con la familia. Adoctrinamiento en el consumo más salvaje de los niños y niñas desde su más tierna infancia. Traducción para sus pequeñas mentes: «Garbera es guay. Podemos ver un concierto y luego comer una pizza o una hamburguesa». Solo falta que Eroski prepare una campaña «Aproveche el Jazzaldia. Acuda con su familia y, de paso, llene el maletero de comida envasada en plástico». Por no decir las que pueden preparar McDonald’s, Foster’s Hollywood, Kentucky Fried Chicken o Brasa y Leña por solo nombrar unas pocas de las muchas, muchísimas, demasiadas casas de comida basura que pueblan el lugar: «Oferta Jazzaldia: Venga con sus hijos y llévese gratis una pizza o una hamburguesa por cada una que consuma»… Sencillamente lamentable.

Pero así son las cosas. Y precisamente en este momento en el que el comercio está en sus horas más bajas y la hostelería parece que trabaja pero realmente está todavía lamiéndose las heridas dejadas por los años de la epidemia y sorteando la crisis y la inflacción, justamente ahora, el Jazzaldia, con la complicidad del Ayuntamiento, Diputación, Gobierno Vasco, Keler y compañía nos invitan a que disfrutemos de la programación del festival de Jazz fuera del centro de Donostia, o fuera de los pueblos a los que antaño se llevaba alguna atracción del festival. No, nos invitan a irnos a escuchar música al centro comercial, alejándonos de las ciudades, los pueblos y sus bares y tiendas tradicionales, juntándonos en esos espacios que acaparan ese poco dinero que podríamos gastar en los establecimientos cercanos.

Además, los que han perpetrado este negocio, no disimulan ni sus intenciones ni su satisfacción. Son muy representativas, en la página web del Jazzaldia, las palabras de Nuria Vegas, Gerente de Garbera: “Queremos seguir trayendo a nuestro espacio actividades culturales consagradas en la ciudad, para convertirnos en otro escaparate de eventos de prestigio, como es el caso del Jazzaldia”. ¿Quieren que se lo traduzca del lenguaje corporativo al de la calle? Nuria dice que «No nos basta con atraer a miles y miles de ciudadanos sin conciencia social que acuden como las moscas a nuestras ofertas sin importarles un pepino los establecimientos locales… queremos, además, acoger eventos que todavía vacíen más los pueblos y ciudades y nos permitan contar más billetes». Para ello, por supuesto, necesitan la complicidad de las instituciones a las que pagamos nuestros impuestos. Pues ya la tienen.

El pasado mes de agosto acudí a Garbera al concurso de tortilla de patatas organizado por la Cadena Ser anualmente en Donostia. Lo hice por pura curiosidad, para ver el despropósito con mis propios ojos. Me pareció escandaloso y repulsivo ver al alcalde, concejales de turismo, cultura, etc… posando bajo los símbolos de las cadenas de alimentación americanas sonrientes mientras los comercios y bares de su ciudad agonizan y no reciben más que puñaladas traperas por parte de las instituciones (Ticket Bai, retirada de terrazas, crecientes dificultades de aparcamiento y circulación…). Describí la experiencia (que no pienso repetir) en un post cuyo link os dejo al final de este artículo.

Casi un año después me encuentro con que el Jazzaldia también se ha dejado seducir por los encantos de estos macrocentros que están destruyendo nuestro tejido comercial y hostelero volviéndonos cada vez una sociedad más consumista, menos popular y más globalizada. Creo que son justo los valores contrarios a lo que debería de ser la filosofía del Jazz, una música que siempre ha simbolizado la libertad, la creatividad, el no apegarse a las tendencias dominantes, el salirse del renglón, improvisar, vivir… Garbera representa todo lo contrario a esa filosofía. Garbera uniformiza, empobrece, aliena… si los responsables del Jazzaldia nos quieren vender que este escenario es acorde con la música que dicen defender, apaga y vámonos. ¿Estamos a Rolex o a Setas? ¿Estamos por la cultura de la música o por la cultura del pelotazo??? Yo, no pienso ir a ver los conciertos de Garbera… y espero que vosotros tampoco lo hagáis. Es una pura cuestión de decencia.

Link al post de facebook mencionado en el artículo:

https://www.facebook.com/josema.azpeitia/posts/pfbid0Mw3PUEcks1gMX3e4zEHTcRzWfJqBHCVxqDShuFRCx3bUPjBzk9tqSPkntFvnXsHml

Más información/justificación en la web del Jazzaldia:

https://jazzaldia.eus/…/garbera-acogera-10-conciertos…/

Lista de los que ponen la pasta (muy clarificadora) en la web del Jazzaldia:

https://jazzaldia.eus/es/patrocinadores/

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