ERRENTERIA
Venta. La clientela podrá despedirse hoy a la tarde de un lugar que ha tenido como referencia en los últimos años. «Nos da mucha pena pero no podíamos asumir el coste», lamenta el hostelero Jose
Cuando se cierra una puerta se abre una ventana, dice el refrán. Seguramente no es la despedida que hubiera deseado ni se imaginaría hacerlo tan pronto desde su apertura en marzo de 2018, pero José Luis Otxoa tendrá que decir agur hoy a su fiel clientela del bar Aure tras la decisión del propietario de vender el local. Apenado, sin poder dar crédito de la situación y también con algo de rabia, Otxoa agradece a este periódico la opción de poder despedirse de la ciudadanía errenteriarra.
Recuerda los inicios, que no fueron fáciles. «Empezamos hace seis años, con mucha ilusión. Cogimos el local e hicimos un cambio porque esto antes se utilizaba más como pub nocturno», apunta. Decidieron darle un aire nuevo y «enfocarlo a otro tema, como un bar que vendiera pintxos, comidas, cenas, bocadillos, raciones, platos combinados y demás». Otxoa, natural de Zaragoza, conoció a su pareja de Errenteria «y tras unos años viviendo entre Aragón y Navarra» decidieron mudarse aquí para emprender una nueva vida. «Llevaba aquí meses cuando cogí el local», sostiene. «Vine con mi pareja, vimos el local, nos gustó y ahí empezó todo», rememora. Él llevaba toda la vida dedicado a la hostelería, aunque hizo un parón antes de retomar otra vez con el oficio.
Desde los comienzos hasta día de hoy ha habido «altibajos», afirma, pero salieron adelante incluso en los momentos más duros. «Al año de abrir vino todo el tema de la pandemia. El comienzo fue muy duro, pero tampoco se extendió mucho. Ya en periodo de pandemia incluso pudimos afianzar nuestra clientela y fue uno de nuestros mejores momentos. No podemos quejarnos», agradece la confianza de una clientela «muy fiel». El punto, céntrico, pudo ayudar, ya que «siempre cayó gente de paso».
«Nos hemos empeñado en dar un trato cercano, familiar, que la gente esté a gusto y luego ofrecer variedad», dice Otxoa
«Nuevas experiencias»
Si algo les ha caracterizado a lo largo de todo este tiempo es que «siempre hemos tratado de sorprender, haciendo cosas diferentes, con platos, preparativos… Hemos dado un toque de tranquilidad y relax con el objetivo de que el ciudadano estuviera cómodo y que la gente no se aburriera siempre con lo mismo», admite Jose. «Nos hemos empeñado siempre en dar un trato muy cercano, familiar, que la gente esté a gusto y luego ofrecer mucha variedad e innovar continuamente», profundiza. Desde que entraron «hemos cambiado la estética, el inmobiliario, la luz…».
Con muchísima pena tienen que devolver las llaves y no podrán continuar en el bar. «Con el local no sé lo que va a pasar, porque los propietarios lo van a vender. Es el motivo del cierre», recuerda Otxoa. «No es que vayamos mal ni mucho menos. El contrato de alquiler llegaba a su fin y nos daba la opción de comprar el local o de terminar el contrato. Viendo un poco las circunstancias y que había que reformar, no compensaba asumir ese coste», señala con tristeza. Ellos no saben lo que harán. «No descarto trasladarnos a otro lugar, pero en mi cabeza tengo afrontar nuevas experiencias», afirma.
DIARIO VASCO