Agrupación de Asociaciones de Comerciantes de Gipuzkoa

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«No abandonéis a los pequeños negocios, solo tendréis pisos turísticos y locales vacíos»: la despedida de un comercio en Madrid

El Colmado de Baranda echa el cierre tras seis años y sus propietarias han colgado un emotivo cartel en la puerta: «Las facturas no se pagan solas, los pequeños negocios os necesitan»

Madrid

Si entramos en El Colmado de Baranda —en el madrileño distrito de Retiro—, tan solo queda la sombra de lo que un día fue un comercio lleno de vida. Entre la penumbra, han desaparecido los sacos de legumbres y los botes de especias. Nada queda de las botellas de aceite cuidadosamente colocadas en las estanterías, y tampoco encontramos a Esther tras el mostrador. Ahora está junto a su socia, Cristina, mientras terminan de empaquetar las últimas bolsas. Solo el cartel naranja con letras blancas recuerda tiempos mejores.

Las dos amigas comenzaron su negocio en 2017 con la ilusión de construir juntas el proyecto de sus vidas. El comercio se dedicaba a la venta de productos a granel, potenciando el comercio nacional y los pequeños agricultores y productores. Y es que, todo lo que vendían tenía su historia: «La miel era de Álvaro; los yogures se los comprábamos a Inés; las lentejas a Amancia; las conservas a Vero…» y así, una lista de personas que estaban detrás de sus productos. «Eran cosas especiales, hechas con mucho cariño, con muy buena calidad y a precio razonable», nos cuenta Esther con una sonrisa triste.

Sus clientes -ahora amigos- acudían allí para encontrar las mejores recetas pues, «en el pequeño comercio no se vende, en el pequeño comercio se asesora». Por supuesto, tampoco faltaba la buena conversación: «Si este mostrador hablara…—dicen las socias entre risas— se sabe la vida de medio barrio».

«Los locales comerciales se han convertido en viviendas turísticas y las viviendas turísticas no traen vecinos»

En los últimos años, Esther y Cristina afirman que el barrio ha cambiado mucho y que la gente se está yendo ante la subida del precio de los alquileres. «Los locales comerciales se han convertido en viviendas turísticas y las viviendas turísticas no traen vecinos». El Colmado de Baranda vivía de la gente —de su gente— y cuando los clientes comenzaron a faltar, todo se empezó a desmoronar. Para ellas, las Navidades no fueron como las anteriores y el invierno se les hizo cuesta arriba. «En marzo bajamos un 30%, en abril un 40% y en las dos primeras semanas de mayo íbamos camino de la mitad de facturación. Eso no hay quien lo aguante».

El 15 de mayo anunciaron el cierre de la tienda y la liquidación de los productos. Entonces, los vecinos se volcaron. «Son los que nos han ayudado, se han llevado todos los sacos y toda la comida que teníamos. Nos han apoyado hasta el final», cuentan emocionadas. A sus clientes también les da pena. De hecho, todos los días pasa alguno y rompe a llorar.

Justo al lado, una panadería ya ha echado el cierre y la cafetería de enfrente también tiene las persiana bajadas. «Estamos cerrando uno detrás de otro y va a ser difícil que el pequeño comercio se mantenga», establece Cristina. ¿Y qué vas a hacer ahora?— le preguntamos a Esther— «Descansar un poco. Después… no lo sé», señala emocionada. ¿Emprenderías de nuevo? «Debe estar prohibido emprender en este país», responde.

«No abandonéis a los pequeños negocios, solo tendréis pisos turísticos y locales vacíos»: la despedida de un comercio en Madrid

El Colmado de Baranda echa el cierre tras seis años y sus propietarias han colgado un emotivo cartel en la puerta: «Las facturas no se pagan solas, los pequeños negocios os necesitan»

"No abandonéis a los pequeños negocios, solo tendréis pisos turísticos y locales vacíos": la despedida de un comercio en Madrid

Las dos amigas comenzaron su negocio en 2017 con la ilusión de construir juntas el proyecto de sus vidas. El comercio se dedicaba a la venta de productos a granel, potenciando el comercio nacional y los pequeños agricultores y productores. Y es que, todo lo que vendían tenía su historia: «La miel era de Álvaro; los yogures se los comprábamos a Inés; las lentejas a Amancia; las conservas a Vero…» y así, una lista de personas que estaban detrás de sus productos. «Eran cosas especiales, hechas con mucho cariño, con muy buena calidad y a precio razonable», nos cuenta Esther con una sonrisa triste.

Sus clientes -ahora amigos- acudían allí para encontrar las mejores recetas pues, «en el pequeño comercio no se vende, en el pequeño comercio se asesora». Por supuesto, tampoco faltaba la buena conversación: «Si este mostrador hablara…—dicen las socias entre risas— se sabe la vida de medio barrio».

«Los locales comerciales se han convertido en viviendas turísticas y las viviendas turísticas no traen vecinos»

En los últimos años, Esther y Cristina afirman que el barrio ha cambiado mucho y que la gente se está yendo ante la subida del precio de los alquileres. «Los locales comerciales se han convertido en viviendas turísticas y las viviendas turísticas no traen vecinos». El Colmado de Baranda vivía de la gente —de su gente— y cuando los clientes comenzaron a faltar, todo se empezó a desmoronar. Para ellas, las Navidades no fueron como las anteriores y el invierno se les hizo cuesta arriba. «En marzo bajamos un 30%, en abril un 40% y en las dos primeras semanas de mayo íbamos camino de la mitad de facturación. Eso no hay quien lo aguante».

El 15 de mayo anunciaron el cierre de la tienda y la liquidación de los productos. Entonces, los vecinos se volcaron. «Son los que nos han ayudado, se han llevado todos los sacos y toda la comida que teníamos. Nos han apoyado hasta el final», cuentan emocionadas. A sus clientes también les da pena. De hecho, todos los días pasa alguno y rompe a llorar.

Justo al lado, una panadería ya ha echado el cierre y la cafetería de enfrente también tiene las persiana bajadas. «Estamos cerrando uno detrás de otro y va a ser difícil que el pequeño comercio se mantenga», establece Cristina. ¿Y qué vas a hacer ahora?— le preguntamos a Esther— «Descansar un poco. Después… no lo sé», señala emocionada. ¿Emprenderías de nuevo? «Debe estar prohibido emprender en este país», responde.

Cristina y Esther, socias de El Colmado de Baranda / Cadena SER

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«Esto es lo que pasa cuando no compras en el barrio»

En la puerta del comercio, un emotivo cartel se despide del barrio: «Gracias a todos los que nos acompañasteis en estos 6 años, os llevamos en el corazón. Al resto: si queréis barrios vivos, con escaparates iluminados y vida, no abandonéis a los pequeños negocios, de lo contrario solo tendréis grandes cadenas y franquicias, pisos turísticos y locales vacíos. Recuerda que las facturas no se pagan solas, los pequeños negocios os necesitan». Con él, han querido dar un toque de atención. «No cerramos porque queramos —cuentan— cerramos porque nos vemos en la obligación de cerrar y los números son los que mandan. Esto es lo que pasa cuando no compras en el barrio».

Al salir, una ligera lluvia acompaña en la tristeza a Esther y Cristina. Mientras, las luces del bajo de al lado contrastan con las sombras de El Colmado de Baranda. Allí se erige una suerte de supermercado sin dependientes, donde conviven unas grandes máquinas expendedoras en las que se se pueden coger pizzas y helados las 24 horas.

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